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"El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas". Salmo 23:2-3
Yo le diré las consecuencias de la carga; usted adivine la causa:
• Aflige a 70 millones de americanos y causa 38 mil muertes cada año.
• Los adultos mayores se ven afectados por ella. Un estudio sugiere que la condición impacta al 50% de la población superior a los sesenta y cinco años. ¿Tiene idea de lo que se describe en el párrafo anterior? ¿Abuso químico? ¿Divorcio? ¿Sermones largos? Ninguna de las respuestas es correcta, aunque la última tiene cierta lógica. La respuesta les puede sorprender: El insomnio. América no puede dormir. La mayor parte de mi vida me reía secretamente ante el pensamiento de tener dificultades para dormir. Mi problema no era dormirme. Era mantenerme despierto. Hace unos años, una noche me acosté, cerré los ojos y nada pasó. No me podía dormir. En vez de bajar la velocidad gradualmente para quedar en neutro, mi mente parecía haber enganchado una velocidad alta. Mil y una obligaciones me venían a los pensamientos. Pasó la medianoche y aún estaba despierto. Tomé un poco de leche y volví a la cama. Todavía estaba despierto. Desperté a Denalyn, usando la estrella de las preguntas tontas: «¿Estás despierta?» Me dijo que dejara de pensar cosas. Así lo hice. Dejé de pensar en cosas y me dediqué a pensar en personas. Mientras pensaba en ellas pensaba en lo que estarían haciendo. Ellas dormían. Eso me enojaba y me mantenía despierto. Finalmente, en algún punto, en horas de la mañana, tras haberme iniciado en la fraternidad de los 70 millones de americanos insomnes, me dormí. Nunca más me reí de las dificultades para dormir. Tampoco cuestiono la inclusión del versículo sobre el reposo en el Salmo 23 . Las personas con demasiado trabajo y poco sueño van al lugar de reclamo del equipaje de la vida y recogen el bolso del cansancio. Uno no lo carga. No se lo cuelga del hombro para caminar por la calle. Lo arrastra como lo haría con un obstinado perro San Bernardo. El tedio cansa.
¿Por qué estamos tan cansados? ¿Ha leído el periódico recientemente? Añoramos la vida de Huck y Tom en el río Mississippi, pero nos vemos navegando en las aguas espumosas del río Grande. Desvíos en el río. Rocas en el agua. Ataques al corazón, deslealtades, deudas y batallas por la custodia de los hijos. Huck y Tom no tenían que enfrentar tales cosas. Nosotros sí, y nos mantienen desvelados. Puesto que no podemos dormir, tenemos un problema adicional. Si invitáramos a un extraterrestre a resolver el problema, sugeriría una simple solución: todo el mundo a dormir. Nos reiríamos de él. No entiende nuestro modo de trabajar. De veras, no entiende nuestro modo de trabajar. Trabajamos arduamente. Hay que ganar dinero. Hay títulos que alcanzar. Hay escaleras que subir. Según nuestra mentalidad, estar bien ocupado es estar a un paso de la santidad. Idealizamos a Tomás Edison, quien decía que podía vivir con quince minutos de sueño. Y por el contrario nos olvidamos de Albert Einstein, que promediaba once horas de sueño por noche. En 1910 los americanos dormían nueve horas por noche; en la actualidad dormimos siete y nos enorgullecemos de ello. Tenemos la mente cansada. Tenemos el cuerpo cansado. Pero, lo que es peor, tenemos el alma cansada.
Somos criaturas eternas y nos hacemos preguntas eternas: ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué es bueno? ¿Qué es malo? ¿Hay vida más allá de la muerte? Estas son preguntas fundamentales para el alma. Si las dejamos sin responder, tales preguntas nos robarán el descanso.
Para que la oveja duerma todo tiene que estar bien. Que no haya depredadores. No puede haber tensiones en el ganado ni insectos en el aire. No debe tener sensación de hambre en el vientre. 4 Todo tiene que andar bien. En el versículo dos del Salmo 23 , el poeta David se convierte en David el artista. Su pluma se convierte en pincel, su pergamino en lienzo y sus palabras pintan un cuadro. Un rebaño de ovejas echadas sobre sus patas dobladas rodea al pastor. Los vientres de las ovejas descansan en el pasto largo. A un costado hay una laguna quieta, al otro hay un pastor que vigila. «En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará» ( Salmo 23.2 ). Note los dos pronombres que preceden a los verbos: Me hará … me pastoreará ¿Cuál es el sujeto activo? ¿Quién está a cargo? El pastor. Los pastores eligen el camino y preparan los pastos. La tarea de la oveja (nuestra tarea) es mirar al pastor. Con los ojos puestos en nuestro Pastor, podremos dormir. «Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera» ( Isaías 26.3 ). ¿Puedo mostrarle algo? Busque el final de este libro y hallará una página en blanco. Cuando la mira, ¿qué ve? Lo que ve es un pedazo de papel en blanco. Ahora ponga un punto en el centro de la hoja. Mire nuevamente. ¿Qué ve? Ve el punto, ¿no es así? ¿No es ese su problema? Dejamos que las marcas negras eclipsen nuestro espacio blanco. Vemos las olas en lugar de al Salvador que camina sobre ellas. Vemos nuestras míseras provisiones y no vemos a Aquel que puede alimentar a cinco mil hambrientos. Nos quedamos con los oscuros viernes de la crucifixión y nos perdemos los brillantes domingos de resurrección. Cambie de enfoque y relájese.
¡Y mientras lo hace, cambie de programa y descanse! Llegado el momento de irse, mi esposa no logró encontrar sus llaves. Buscó en su cartea, en el suelo, en el coche de su amiga. Finalmente cuando llegó al coche, allí estaban. No sólo estaban en la cerradura del contacto, el motor estaba funcionando. Había estado funcionando todo el tiempo que ella y su amiga habían estado en el café. Denalyn culpa al ruido. «Había tanto ruido, que olvidé apagar el motor». El mundo se comporta de esa forma. La vida se puede hacer tan ruidosa que olvidamos apagarla. Quizás se deba a eso que Dios pone un énfasis tan grande en el reposo en los Diez Mandamientos. Puesto que hizo tan bien el ejercicio, hagamos otro. De las diez declaraciones grabadas en las tablas de piedra, ¿cuál ocupa más espacio? ¿El adulterio? ¿El homicidio? ¿El robo? Uno tiende a pensar así. Cada uno de ellos merece que se le dé espacio. Pero es curioso: estos mandamientos son un tributo a la brevedad. Dios necesitó sólo tres palabras en castellano para condenar el adulterio y sólo dos para denunciar el robo y el homicidio. Pero cuando se llegó al tema del reposo, no bastó una oración. «Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó» ( Éxodo 20.8–11 ).
Dios nos conoce muy bien. Podemos ver al dueño de la tienda que al leer este versículo piensa: «Pero alguien tiene que trabajar ese día. Si yo no lo hago, lo tiene que hacer mi hijo». Pero Dios dice, ni tu hijo . «Entonces lo hará mi hija». Ni tu hija. «Entonces un empleado». Ninguno de ellos. «Pienso que tendré que mandar mi vaca para que atienda el negocio, o quizás encontraré algún extranjero que me ayude». No. Dios dice no. Un día de la semana dirás no al trabajo y sí al culto. Te detendrás, te sentarás y te recostarás para descansar. «Aun las bestias de carga necesitan que se les suelte a pacer de vez en cuando; el mar mismo se detiene en el flujo y reflujo; la tierra guarda sus reposos durante los meses de invierno; y el hombre, aun cuando es exaltado al rango de embajador de Dios, debe descansar o desmayará, debe limpiar la mecha de su lámpara o alumbrará mal, debe recuperar su vigor o envejecerá prematuramente … A la larga haremos más haciendo menos». El arco no puede siempre curvarse sin temor de que se rompa. Para que un campo dé fruto, de vez en cuando debe permanecer en barbecho. Para que tenga salud, debe descansar. Baje la velocidad y Dios lo sanará. Traerá reposo a su alma, a su cuerpo y a casi todo su ser. Le guiará a lugares de delicados pastos.
Los pastos verdes no eran el paisaje natural de Judea. Las colinas de Belén donde David cuidaba su rebaño no eran fértiles ni verdes. Aún en la actualidad son casi desérticas. Los pastos verdes de Judea se deben al trabajo de algunos pastores. Han limpiado el terreno áspero y rocoso. Han quitado los tocones y las han quemado junto con la maleza. Riego, cultivo. Ese es el trabajo de un pastor.
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