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. Dadivoso o avaro
Henrietta Green fue la mujer más rica del siglo XIX. A su muerte en 1916, su fortuna era de casi 200 millones de dólares. Esa fortuna acuñada se debía a que durante su vida se negó rotundamente a ayudar a los más necesitados, incluso si eran miembros de su familia. La avaricia de la mujer era tal que entre sus empleados se contaba la historia de que una vez una de sus hijas se rompió una pierna. En lugar de pagar el tratamiento, ella la llevó a un hospital gratuito para gente de bajos recursos. Lo triste es que tras su muerte, gran parte de esta fortuna fue despilfarrada por sus descendientes. Otra historia muy distinta es la de Roberto Arthington; aunque era un notable hombre de letras, graduado de la Universidad de Cambridge y con un bien remunerado trabajo, vivió gran parte de su vida en un cuarto pequeño. En un momento decidió ofrendar 500.000 libras esterlinas para las misiones. Después de su muerte encontraron un pedazo de papel en el que había escrito lo siguiente: “Con todo gusto haría mi cama en el suelo, tendría un cajón en lugar de silla y usaría otra caja como mesa, en lugar de permitir que los hombres perdieran su salvación por causa de mi negligencia en darles el evangelio.” Ambas historias reales tiene personajes muy distintos. Por un lado, la avaricia de la dama era desmedida como ninguna otra y las personas allegadas la recuerdan con historias siempre tristes por su forma de ser. Pero a Roberto siempre lo recordarán sus amigos como un hombre dadivoso que supo compartir no sólo el dinero que tenía, sino también el evangelio de la salvación. Hechos 20:35 “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” No importa dónde vivamos, siempre tendremos alrededor nuestro personas que necesiten de nuestra ayuda, personas que estén pasando necesidades y a las que podemos ayudar de alguna manera. Aunque hoy en día se han hecho populares las ayudas humanitarias por parte de grandes empresas, artistas famosos e incluso futbolistas, los cuales frecuentemente salen en las noticias donando grandes sumas de dinero a la beneficencia, la necesidad va más allá de lo material. Quizás tú no cuentas con una suma importante de dinero para donar, pero si tienes el evangelio de Dios en tu corazón, cuentas con el tesoro más grande de todos, el cual es digno de compartir con cualquiera. Comparte Este Link En: Facebook.
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