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La Paciencia

 

Salmos 40:1 ”Puse mi esperanza en el Señor, y él se inclinó para escuchar mi clamor”.

Hay un dicho popular que dice: “El que espera, desespera”, pero tal cosa no tiene la aprobación del Señor. El secreto de la espera, como cristianos, es esperar con paciencia en vez de esperar con desesperación. Muchos dicen que esperan confiados, pero si observamos su actitud nos dará la señal segura de que están al borde de un colapso nervioso, porque han perdido su confianza en el Señor.

Hay cosas que tú desearías que se resuelvan en este mismo instante para no seguir esperando y esperando. Este día que tú estás atravesando, se puede hacer muy largo si tu espera es desesperada y nerviosa.

Has un alto, respira profundo y toma la decisión de bajar ese ritmo apurado y nervioso que sólo puede causarte daño y no darte solución alguna a tus problemas.

El Señor ya ha escuchado tu oración en el Cielo. Aquí en la tierra tu responsabilidad es esperar con paciencia. La única manera de ejercitar la paciencia es esperando y se aprende a esperar, con paciencia.

Oración: Señor Jesús, te pido que me des la Gracia de esperar pacientemente en Ti. Perdona mis apuros y mi velocidad, que muchas veces no coincide con la Tuya. Dame Tus fuerzas hoy para controlar mi descontrol interior. En Tu Nombre. Amén.
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Paciencia: esta palabra es definida por el diccionario, como la capacidad que tiene una persona de esperar algo sin ponerse nervioso (se asocia con la calma o la paz) En definitiva paciencia es sinónimo de esperar, algo que a veces se nos torna muy difícil y otras imposible.

Es completamente difícil tener paciencia cuando eres  padre de una familia con cinco chicos y acaban de despedirte de tu empleo, es doloroso cuando te piden paciencia y ves que tu amada esposa sufre dolorosamente en una cama de hospital como consecuencia de un cáncer terminal, o cuando ves que tu hijo mayor cayo prisionero de las drogas, no logras concebir la paciencia cuando todo marcha al revés, tu paciencia llega al limite cuando estas lleno de problemas,y como si fuera poco todo lo que estas pasando, sientes que Dios a hecho silencio, crees que a dado un paso al costado y que se a alejado de ti. Tengo buenas noticias para tu vida, Dios nunca se aleja de nosotros, El simplemente espera con paciencia para ver nuestras actitudes y la fe que fluye en nosotros, cuando estamos ante una situación limite.

Aunque nos resulte difícil de creer: Dios tiene paciencia, ya lo leímos anteriormente, El es el Dios de la paciencia, en 2º de Pedro 3:15 dice que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; así es, El pacientemente día a día nos prueba en nuestro diario andar, prueba nuestro amor, fidelidad, obediencia y cada una de las ordenanzas que especifica en su Palabra, porque sabe que de esa manera seremos cada día una mejor persona.

Conocemos muchas palabras que definen a Dios y que comúnmente escuchamos, hemos oído decir que Dios es: grande, fuerte, poderoso, justo, salvador, omnipotente, omnipresente, y muchas cualidades mas,

Pero pocas veces hemos escuchado decir que El es PACIENTE, Dios se tomo el tiempo necesario para crear el mundo_ ¿alguna vez te has preguntado porque tardo seis días para crear el mundo y no lo hizo todo el mismo día?_ la respuesta es simple: tuvo paciencia, El supo esperar y no se desespero queriendo resolver todo en un solo día, se tomo el tiempo necesario para que todo fuese especial.

Nuestro Dios tiene paciencia y si El la tiene ¿Cuánto más nosotros? Su palabra dice que la tribulación produce paciencia (romanos 5:3), por lo tanto si atraviesas por una situación difícil, recuerda que Dios esta trabajando pacientemente en tu vida para que aprendas a moverte con paciencia.

Ser paciente no significa cruzarse de brazos y esperar a que las cosas tomen el rumbo que deseen, debemos creer, luchar y perseverar por alcanzar nuestros sueños y metas, pero debemos hacerlo pacientemente.

Toma cada circunstancia de la vida con calma y aprende a esperar en El, salmos 40:1 dice: pacientemente espere a Jehová, y se inclino a mí, y oyó mi clamor, el salmista declara que espero en Dios, esa debe ser nuestra actitud ante las situaciones adversas, pacientemente esperar en Dios, porque El nunca te dejara ni te desamparara. Recuerda DIOS SIEMPRE LLEGA A TIEMPO.

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Pregunta: "¿Qué dice la Biblia acerca de la paciencia?"

Respuesta:
Margaret Thatcher dijo una vez, “Soy extraordinariamente paciente, con tal que al final me salga con la mía.” Cuando todo sale a nuestra manera, es fácil mostrar paciencia. La verdadera prueba de paciencia, viene cuando nuestros derechos son violados; cuando los autos sport se nos cierran en el tráfico; cuando un grupo de muchachos adolescentes están acaparando las canchas de tenis; cuando nuestro compañero de trabajo se burla de nuestra fe – de nuevo. Algunas personas piensan que tienen el derecho de enojarse ante las pruebas y aquello que les irrita. La impaciencia parece como una ira santa. Sin embargo, la Biblia alaba la paciencia como un fruto del Espíritu (Gálatas 5:22) el cual debe ser producido por todos los hombres (1 Tesalonicenses 5:14). La paciencia revela nuestra fe en los planes, la omnipotencia y el amor de Dios.
Aunque la mayoría de la gente considera que la paciencia es una espera pasiva o una gentil tolerancia, casi todas las palabras griegas traducidas como “paciencia” en el Nuevo Testamento son palabras dinámicas y activas. Considera por ejemplo Hebreos 12:1: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.” ¿Corre uno una carrera esperando pasivamente los empujones para retrasarnos, o tolerando gentilmente a los tramposos? ¡Por supuesto que no! La palabra traducida como paciencia en este verso, significa permanencia. Un cristiano corre la carrera pacientemente, mediante la perseverancia a través de las dificultades, ante la expectativa del cielo. En la Biblia, la paciencia es la perseverancia hacia una meta, perseverancia ante las pruebas, o una expectante espera por el cumplimiento de una promesa.
Claramente, la paciencia no se desarrolla de la noche a la mañana en la vida de un creyente. El poder de Dios y la bondad son cruciales para el desarrollo de la paciencia en Sus hijos. Colosenses 1:11 nos dice que somos fortalecidos por Él para “toda paciencia y longanimidad,” mientras que Santiago 1:3-4 nos anima a saber que las pruebas son Su manera de perfeccionar nuestra paciencia. Nuestra paciencia se desarrolla y fortalece más, resistiendo de acuerdo a los perfectos tiempos y voluntad de Dios, aún ante el hombre malvado que “prospera en su camino.” (Salmos 37:7). A última instancia, al final, nuestra paciencia será recompensada. “. . .tened paciencia hasta la venida del Señor.” (Santiago 5:7-8). “Bueno es JEHOVÁ a los que en Él esperan, al alma que le busca.” (Lamentaciones 3:25).
Vemos en la Biblia muchos ejemplos de aquellos caracterizados por la paciencia en su caminar con Dios. Santiago nos señala a los profetas: “Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en Nombre del Señor.” (Santiago 5:10). Él también se refiere a Job, cuya perseverancia fue recompensada por lo que “. . . el Señor es muy misericordioso y compasivo.” (Santiago 5:11). También Abraham, esperó pacientemente y “… alcanzó la promesa” (Hebreos 6:15). Así como Jesús es nuestro modelo en todas las cosas, así también Él demostró una perseverante paciencia. “…el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” (Hebreos 12:2).
¿Cómo demostramos que la paciencia es una característica de nuestras vidas en Cristo? Primero, dando gracias a Dios. Usualmente, la primer reacción de una persona es “¿Por qué a mí?,” pero la Biblia dice que nos regocijemos en la voluntad de Dios (Filipenses 4:4; 1 Pedro 1:6). Segundo, buscando Sus propósitos. Algunas veces, Dios nos pone en situaciones difíciles con el fin de testificar. Otras veces, Él puede permitir una prueba para la santificación del carácter. El recordar que Su propósito es para nuestro crecimiento y Su gloria, nos ayudará en la prueba. Tercero, recordando Sus promesas, tales como la de Romanos 8:28 que nos dice que “…todas las cosas les ayudan a bien, esto es a los que conforme a su propósito son llamados.” Ese “todas las cosas” incluye las cosas que prueban nuestra paciencia.
La próxima vez que te encuentres en un embotellamiento de tráfico, seas traicionado por un amigo, o ridiculizado por tu testimonio, ¿cómo responderás? La respuesta natural es impaciencia, la cual conduce al estrés, enojo y frustración. Gracias a Dios, los cristianos ya no estamos bajo el dominio de una “respuesta natural,” porque tenemos una nueva naturaleza – la naturaleza de Cristo Mismo (2 Corintios 5:17). En vez de eso, tenemos la fortaleza del Señor para responder con paciencia y en completa confianza del poder y los propósitos del Padre. “Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad.” (Romanos 2:7).
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LA PACIENCIA DE DIOS

“Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira” (Sal. 145:8)

Se ha escrito mucho menos sobre ésta que sobre las demás excelencias del carácter Divino. No pocos de los que se han extendido sobre sus atributos, han dejado de comentar la paciencia de Dios. No es fácil hallar la razón, ya que la longanimidad de Dios es, ciertamente, una de las perfecciones divinas, tanto como puedan serlo su sabiduría, poder o santidad, y es, por nuestra parte, tan digna de admiración y reverencia como las demás.

Es verdad que este término no se encuentra en la concordancia tan frecuentemente como los otros, pero la gloria de esta gracia brilla en casi cada una de las páginas de las Escrituras. ¡Cuánto bien nos perdemos al no meditar con frecuencia sobre la paciencia de Dios, y al no orar fervientemente para que nuestros corazones y caminos sean hechos conforme a la misma.

Con toda probabilidad, la razón principal de que tantos escritores hayan dejado de ofrecernos algo, separadamente, sobre la paciencia de Dios, ha sido la dificultad en distinguir entre este atributo y la bondad y misericordia, particularmente esta última. La longanimidad de Dios se menciona una y otra vez en relación a su gracia y misericordia, como puede comprobarse en Exo. 34:6; Núm. 14:18; Sal. 86:15.

Que la paciencia de Dios es, en realidad, una manifestación de su misericordia, es algo que no puede negarse (al menos ésta es una manera en la cual se manifiesta frecuentemente) ; pero lo que no podemos aceptar es que sean una misma excelencia, y que no pueda separarse la una de la otra. Puede que el distinguir entre ellas no sea fácil; no obstante, la Escritura nos autoriza plenamente a atribuir a la una lo que no podemos atribuir a la otra.

El puritano Stephen Charnock definía la paciencia de Dios del modo siguiente: “Es una parte de la bondad y misericordia de Dios, y, sin embargo, difiere de ambas. Dios, siendo la bondad más grande, tiene la mayor benignidad; la benignidad es siempre la compañera de la verdadera bondad, y cuanto mayor la bondad, mayor la benignidad.

¿Quién tan santo como Cristo? ¿Y quién tan manso? La lentitud de Dios para la ira es una consecuencia de su misericordia: “Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira” (Sal. 145:8). Difiere de la misericordia en la consideración formal del tema: la misericordia concierne a la criatura como miserable, la paciencia como criminal; la misericordia se apiada de ella en su miseria, la paciencia sufre el pecado que engendró la miseria, y da lugar a más.”

Ahora personalmente, definiríamos la paciencia divina como el poder de control que Dios ejerce sobre sí mismo haciéndole ser indulgente con el impío y que detiene por tanto tiempo el castigarle.

En Nah. 1:3, leemos: “Jehová es tardo para la ira, y grande en poder”, acerca de lo cual decía Charnock: “Los hombres grandes según el mundo son irascibles, y no perdonan tan fácilmente las ofensas que les infligen como los de más humilde condición. Es la falta de poder sobre sí mismos lo que hace a estos hombres reaccionar impropiamente a la provocación.

El príncipe que puede dominar sus pasiones es el Rey, no sólo para sus súbditos, sino también para si mismo. Dios es tardo para la ira porque es grande en poder. El no tiene menos poder sobre si mismo que sobre sus criaturas.”

Creemos que es en este punto que la paciencia de Dios se distingue más claramente de su misericordia. Aunque beneficie a la criatura, la paciencia de Dios concierne principalmente a él; es la limitación que ha impuesto a sus actos por su propia voluntad; mientras que su misericordia acaba enteramente en la criatura.

La paciencia de Dios es la excelencia que le hace soportar graves ofensas sin vengarlas inmediatamente. El tiene el poder de la paciencia así como también el de la justicia. De ahí que la palabra hebrea usada para describir la longanimidad divina, sea traducida como “tardo para la ira” en Neh. 9:17, Sal. 103:8. No es que haya pasiones en la naturaleza divina, sino que Dios, en su sabiduría y voluntad, se complace en actuar con la nobleza y sobriedad propias de su sublime majestad.

Hagamos notar, en apoyo de la anterior definición, que fue a esta excelencia del carácter divino que Moisés apeló cuando Israel pecó gravemente en Cades barnea, provocando la ira vehemente de Dios. El Señor dijo a su siervo: “Yo le heriré de mortandad, y lo destruiré”. Fue entonces que el característico mediador apeló: “Te ruego que sea magnificada la fortaleza del Señor, como lo hablaste, diciendo: Jehová, tardo de ira”, (Núm. 14:17,18). Así pues, su “longanimidad” es su “poder” de autosujeción.

Además, en Rom. 9:22, leemos: “¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar la ira y hacer notoria su potencia, soportó con mucha mansedumbre (paciencia) los vasos de ira preparados para muerte?” Si Dios rompiera inmediatamente esos vasos reprobados, su poder de dominio propio no sería tan notable; al sobrellevar su impiedad por tanto tiempo sin castigarla, queda demostrado gloriosamente el poder de su paciencia.

Es verdad que el impío interpreta su longanimidad de manera muy diferente “Porque no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos lleno para hacer mal” (Ecl. 8:11) -pero, con todo, el ojo del ungido adora lo que ellos agravian.

“El Dios de la paciencia” (Rom. 15:5) es uno de los títulos divinos. La Deidad es así denominada porque, en primer lugar, Dios es el autor y el objeto de la gracia de la paciencia en la criatura. En segundo lugar, porque esto es lo que El es en sí mismo: la paciencia es una de sus perfecciones. En tercer lugar, como modelo para nosotros: “Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia” (Col. 3:12). “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Efe. 5:1). Cuando seamos tentados a sentirnos disgustados por la torpeza de alguien o a vengarnos del que nos ha ofendido, recordemos la paciencia y longanimidad de Dios para con nosotros.

La paciencia de Dios se manifiesta en su trato con los pecadores. Cuán sorprendentemente se puso de manifiesto para con los hombres antediluvianos. Cuando la humanidad estaba totalmente degenerada, y toda carne había corrompido sus caminos, Dios no la destruyó sin antes advertirlo. Dios “esperó” (1Ped. 3:20), probablemente, no menos de ciento veinte años (Gén. 6:3), durante los cuales Noé fue “pregonero de justicia” (2Ped. 2:5).

Del mismo modo, más tarde, cuando los gentiles no sólo adoraban más a la criatura que al Creador, sino que cometían las abominaciones más viles, contrarias incluso a los dictados de la naturaleza (Rom. 1:1926), llenando así la medida de su iniquidad, Dios, en lugar de usar su espada para exterminarlos, dejó “a todas las gentes andar en sus caminos”, y dio “lluvias del cielo y tiempos fructíferos” (Hech. 14:16,17).

La paciencia de Dios fue maravillosamente ejercida y manifestada para con Israel. Primero “por tiempo como de cuarenta años soportó sus costumbres en el desierto” (Hech. 13:18). Más tarde, cuando ya habían entrado en Canaán, los israelitas siguieron las costumbres impías de los pueblos que les rodeaban, volviéndose a la idolatría; y aunque entonces Dios les castigó severamente, no los destruyó por completo, sino que, en su angustia, levantó para ellos libertadores.

Cuando su iniquidad alcanzó extremos tales que sólo un Dios de paciencia infinita podía tolerarles, El, con todo, aplazó el castigo durante muchos años antes de permitir que fueran transportados a Babilonia. Finalmente, cuando su rebelión contra El alcanzó el clímax al crucificar a su Hijo, Dios esperó cuarenta años antes de enviar a los romanos contra ellos y eso no antes de haberlos juzgado “indignos de la vida eterna” (Hech. 13:46).

¡Qué maravillosa es la paciencia de Dios para con el mundo de hoy día! Por todos lados las gentes pecan audazmente. La ley divina es pisoteada, y Dios mismo es despreciado. Es verdaderamente asombroso que no fulmine al instante a quienes le retan tan descaradamente. ¿Por qué no extermina de golpe al arrogante infiel y al blasfemo vociferante, como hizo con Ananías y Safira?

¿Por qué no hace que la tierra se abra y devore a los perseguidores de su pueblo, de modo que, como Dathán y Abiram, desciendan vivos al abismo? ¿Y qué de la cristiandad apóstata, donde toda forma posible de pecado se tolera y practica al abrigo del nombre Santo de Cristo? ¿Por qué la justa ira del cielo no pone fin a tanta abominación? Sólo es posible una explicación: porque Dios soporta “con mucha mansedumbre los vasos de ira preparados para muerte”.

¿Y qué del que esto predica y del que oye? Examinemos nuestra vida. No hace mucho que seguíamos a la multitud haciendo lo malo, y no teníamos interés alguno en Dios ni en su gloria, viviendo sólo para agradarnos a nosotros mismos. ¡Cuán paciente e indulgente fue para con nuestra conducta impía! Y ahora que la gracia nos ha arrebatado como tizones del fuego, nos ha dado un lugar en la familia de Dios y nos ha engendrado para un herencia eterna en gloria, que miserablemente le correspondemos.

¡Qué superficial es nuestra gratitud, qué lenta nuestra obediencia, qué frecuentes son nuestras reincidencias! Una de las razones por las que Dios permite al creyente permanecer en la carne es para manifestar cuán “paciente es para con nosotros” (2Ped. 3:9). Puesto que este atributo divino se revela solamente en el presente mundo, Dios lo usa para extenderlo a “los suyos”.

Ojalá que la meditación de esta excelencia divina ablandara nuestros corazones, enterneciera nuestras conciencias, e hiciera que aprendiésemos en la escuela de la experiencia santa la “paciencia de los santos”, es decir, la sumisión a la voluntad de Dios y la perseverancia en el bien hacer.

Busquemos fervientemente gracia para imitar esta excelencia divina. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mat. 5:45); en el inmediato contexto, Cristo nos exhorta a amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen, y hacer bien a los que nos aborrecen. Dios es paciente con el impío, no obstante la multitud de sus pecados; ¿desearemos nosotros vengarnos por una sola ofensa?
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Ped 3.1-18 (La paciencia de Dios)

En este tiempo, donde los terremotos de la India, el Salvador y otros desastres hacen que muchos pregunten acerca de Dios, si existe, por qué permite tanto dolor y sufrimiento, cuando nuestrro país y otros atraviesan, en muchos hogares crisis y dificultades, ¿qué tiene Dios como respuesta para estos tiempos? ¿Por qué no obra de acuerdo a la maldad y la injusticia que crecen día a día?

La Palabra de Dios tiene respuesta para estás y otras preguntas.



Mucha gente, ante tanta maldad, injusticia y miseria humana exige que Dios haga algo. De un modo similar se cuestiona a los cristianos acerca de los hechos que conmueven tantas vidas. Este pasaje da tres razones para pensar, meditar y accionar en respuesta a los propósitos de Dios.

Dios, hace tiempo Ya ejecutó, en varias ocasiones juicio contra la maldad humana, contra la humanidad, en el diluvio v5-6. Pero el hombre no entendió v1 Pero el Señor tiene varios propósitos por los cuales se demora, y éste el énfasis que hoy quiero destacar.

LA PACIENCIA DE DIOS ES PARA SALVACION DEL MUNDO.

1. Todos las personas que se acercan a Dios, descubren una doble vida o lucha en su interior, por un lado, habitan en el mundo, en él deben desarrollar sus vidas, servir, ministrar. Tienen sueños y proyectos humanos, en los cuales, si se lo permiten Dios obra y se manifiesta. Por otro lado, aman y buscan más de Dios, intentando andar en Su presencia y voluntad. Y esto, cuando no es comprendido, lleva a conflictos hasta que Cristo es formado en nosotros y cuando no somos guíados por el E.S., lo cual, suele ocurrir con mucha frecuencia.

2. Dios, revela este pje. tiene otro tiempo, su tiempo de actuar, está vinculado a Sus planes y soberanía. Esto no significa que Él no atienda ntras necesidades y urgencias, pero aunque el mundo parezca arder en injusticia y maldad, Dios está obrando y trabajando.

3. El v9 nos revela uno de los motivos de su demora, porque no actua, cambiando el tiempo actual de perdón, de gracia, donde Dios está dejando correr tanta maldad e injusticia, porque es paciente, espera que

muchos de los que hoy hacen mal, se vuelvan a Dios, quiere y busca revelarse en sus vidas. En tiempo de reconciliación, no de juicio. Y gracias a Dios que se demora, Él ama a los pecadores, nosotros fuimos y seguimos siendo merecedores de la ira santa de Dios, pero Su perdón y amor quieren prevalecer en estos tiempos.

4. Aunque Dios se demora, por amor a los creó para andar en su luz y comunión, un día el juicio llegará v10, el clamor de muchos por justicia será respondido, pero Dios espera porque Su corazón desea alcanzar más vidas y familias.

LA PACIENCIA DE DIOS ES PARA SALVACIÓN DE LOS SUYOS.

1. Pero la paciencia de Dios tiene otra motivación, nosotros mismos, la iglesia, los que han sido salvos de sus pecados pasados por la gracia de Dios que espera por más vidas, pero que siguen necesitando de que esa gracia culmine su obra. V11.

2. La iglesia está constituida por pecadores que han alcanzado el perdón y la gracia de Dios, pero esta debe seguir obrando aún en y entre nosotros. Seguimos luchando con ntra naturaleza humana, nuestras debilidades, en muchas ocasiones, prevalecen sobre los propósitos y la voluntad de Dios.

3. El E.S. cuando es derramado en un corazón, no solo nos sana, restaura ntras vidas, y nos abre los ojos ante la nueva oportunidad que el Señor nos da, además nos empuja a servir a otros, primero a los que amas, los que tienen cerca, pero ntro prójimo son todos, el vecino, el que está cerca, el que está lejos, el que Dios pone en ntros caminos para hacer de ntras vidas, testimonio vivo de su poder.

DIOS espera, porque quiere darte oportunidades que desarrolles a pleno tu vida en Cristo, que sirvas, que cuando te llame a su presencia o Él venga, tu vida tenga frutos que lo glorifiquen, que la acción de tu fe, hable de que en verdad has creido en Aquel que toca y sana vidas.

4. Pero hay una última razón v14. Ser hallados en paz, sin mancha e irreprensibles… Y esto requiere tiempo y la paciencia de Dios. Él no quiere juicio, ni que los suyos sean avergonzados el día que se presenten ante el trono de su Majestad, sino que aguardemos y deseemos verle cara a cara, gozosos de haber sido fieles en lo poco.

CONCLUSION

CÓMO alcanzar este amoroso propósito de Dios v17-18

a.. Estar en guardia – atentos, despiertos, conociendo y andando en la voluntad de Dios, más que buscar las señales de Dios, ser una señal viva de que Dios obra y tiene poder para cbiar vidas, la tuya, la mía.

b.. Crecer en la gracia y el conocimiento – un acercamiento profundo a Él, tener comunión.

c.. Invitar a las personas que están lejos o apartados de Dios a entrar en una nueva relación mientras la paciencia de Dios lo invita a responder a Su gracia y amor.
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PACIENCIA EN LA ESPERA DE TU PROMESA


“Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por otro mayor, juró por sí mismo, diciendo: De cierto te bendeciré con abundancia y te multiplicaré grandemente. Y habiendo esperado con paciencia, alcanzó la promesa.” Hebreos 6:11-15

Abraham recibió lo que se le prometió. ¡Alabado sea el Señor! ¿Qué tan bien esperas tú por las cosas en tu vida? ¿Qué tan bien esperas en línea? ¿Qué tan bien esperas por teléfono cuando dicen, "Espere por favor."?¿Qué tan bien esperas en un embotellamiento de tráfico? ¿Qué tan bien estás esperando porque tu matrimonio sea restaurado? Creo que Dios nos está mostrando Su gran paciencia porque las personas lleguen a conocerlo como su Señor y Salvador. Él quiere que tu matrimonio sea restaurado, pero Su prioridad es que tu cónyuge se salve.

La paciencia de Dios es largamente sufrida, pero no podemos darla por sentado. La paciencia de Dios es una expresión de Su amor. El Nuevo Testamento nos enseña que Dios nos buscará, pero que permite a cada uno de nosotros que tomemos decisiones, y Él espera para que nosotros recapacitemos y volvamos en sí mismos. A menudo la paciencia se desarrolla a través de las dificultades y a través de la espera.

“Tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis.” 2ª. Tesalonicenses 1:4

“En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración” Romanos 12:11-12

¿Cuál es el significado de “paciencia”? En el Diccionario Expositora completo de Vine (inglés) es un sustantivo, descrito como "La paciencia crece sólo en las pruebas, bajo castigo, bajo aflicción inmerecida, en el portar fruto, en correr la carrera designada. La paciencia perfecciona el carácter cristiano. Los creyentes que se vuelven pacientes se han fortalecido con todo poder a través de Su espíritu en el hombre interior."

En el Diccionario del Nuevo Mundo (inglés), la persona paciente se define como, "aquella que carga o soporta dolor, problemas, etc., sin quejarse ni perder el autocontrol; negándose a ser provocada o airarse, por ejemplo por un insulto, la persona que soportando, tolerante, que maneja tranquilamente la demora y confusión; la persona que es capaz de esperar con calma para algo deseado; estable, diligente; perseverante." Qué poderosas y fuertes palabras.

En tu tiempo devocional, busca diferentes palabras en un diccionario expositivo o estándar. El diccionario magnifica y explica la Palabra para que tú puedas entender mejor las escrituras.

Los cristianos debemos mostrar paciencia a lo largo de nuestro diario caminar. ¿Lo haces tú? ¿Lo estamos haciendo? Creo que vivimos en una sociedad donde todo es instantáneo. Desde el desayuno instantáneo, hasta manejar al autoservicio para el almuerzo, desde que compramos la cena en el camino de vuelta a casa del trabajo, en todo, esperamos el servicio instantáneo. Tú no tienes que esperar por prácticamente nada en esta sociedad. Recuerda que estamos en la era del computador, donde yo puedo enviar un correo electrónico a alguien en Inglaterra o Singapur tan rápidamente como a Bob, ¡que está en la habitación de al lado!

Tu matrimonio se ha desmoronado y tu cónyuge ha encontrado a alguien más. Has clamado al Señor y Él dice que Él restaurará y reconstruirá tu matrimonio, dándote promesas, pero debes ser paciente. "¿Qué? ¿Yo, esperar?" dices. Sí, se paciente y espera por el tiempo de Dios.

No murmures o te quejes como los israelitas lo hicieron con Moisés y con Dios. Recuerda que en el Antiguo Testamento, Dios se enojó mucho por la ingratitud y la dureza de corazón de su pueblo. Tú y yo debemos recordar el significado de tener paciencia para recibir tu promesa para ti, tu matrimonio y tu familia. Vale la pena esperar por el tiempo de Dios.

Tú y yo debemos aprender a confiar en Él, crecer en el Señor y permitirle que Él te guíe a través de tu vida, paso a paso. Tú serás recompensado cuando aprendas a sobrellevar con gozo. Tú desarrollas paciencia teniendo un buen corazón, cuando pasas por la tribulación, haciendo que tu fe sea probada sin perder la esperanza en el Señor. Espera pacientemente por el tiempo de Dios.

“Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades. Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo. Porque los malignos serán destruidos, pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.” Salmos 37:7-9

“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.” Salmos 40:1-4

Al leer a través de toda la Biblia, podemos ver cómo la gente tuvo que esperar pacientemente por sus logros, sus visiones y sus promesas. Esperar pacientemente hace que se desarrolle tu carácter cristiano y permite que seas un ejemplo para los demás en tu tiempo de espera. Deseo que tú y yo esperemos, siempre alabando al Señor y no refunfuñando, sino confiando y perseverando, sin nunca renunciar o darnos por vencidos. Vamos a cosechar lo que sembramos así que ¡sé paciente mientras esperas por tu promesa!

“Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta. Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.” Santiago 5:7-11
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Paciencia con Dios ...Hay un adagio que dice que un ateo es simplemente alguien quien no puede comprender la metáfora.  Thomas Halik, el escritor Checo, sugiere que más bien un ateo es alguien quien no es suficientemente paciente con Dios.

 

Hay mucho de cierto en esto.  La paciencia con Dios es probablemente nuestra mayor lucha de la fe.  Dios, al parecer, nunca tiene prisa y por eso vivimos con una impaciencia que puede poner a prueba la fe más fuerte y el corazón más valiente.

La vida, como todos podemos atestiguar, no esta exenta de amargas frustraciones y dolores de cabeza abrumadores. Todos vivimos con mucho dolor, y tensiones sin resolver.  ¿Quién de  nosotros no experimenta en forma regular el dolor de la enfermedad, varios tipos de fracasos personales y profesionales, algún tipo de humillación, una  expresión personal inadecuada, la devastación del alma por la perdida de seres queridos, cualquier tipo de anhelo frustrado, y el dolor persistente de una vida inadecuada?  En esta vida no nada que se parezca a una alegría clara y pura; más bien todo viene con una sombra.  Nosotros de hecho vivimos dentro de un cierto  valle de lágrimas.

Nosotros fuimos creados para la felicidad, mas sin embargo, la felicidad pura nunca nos encuentra.  Tampoco, al parecer, la justicia.  Jesús nos prometió que los humildes van a heredar la tierra, pero la mayoría de las veces no suele ocurrir así.  Los arrogantes entre nosotros a menudo creen eso.  Hay una caricatura infame de Ziggi la cual lo presenta rezándole a Dios con estas palabras: ¡solo quiero decirte que los humildes siguen siendo clavados aquí abajo! Frecuentemente esto es lo que en realidad sucede. ¿Entonces dónde esta Dios? ¿Dónde esta la verdad en la promesa de Jesús acerca de que los humildes heredarán la tierra?  Ante esta gran injusticia social global, o  vivimos siento inmensamente pacientes con Dios, ó  acabamos creyendo ni las promesas  ni la existencia de Dios son ciertas.

Cuando Jesús  moría en la cruz, algunos espectadores se burlaban y desafiaban su mensaje con éstas palabras: ¡Si tú eres el hijo de Dios, deja que te rescate!  En esencia: ¡si Dios es real y tu mensaje es verdad, pruébalo en este momento! ¡Y Dios dejó morir a Jesús! Lo mismo puede decirse de Jesús  enfrentando la muerte de Lázaro.  En esencia, se le estaba desafiado: Si tú posees el poder de Dios en este mundo y tú amas a este hombre, ¿por qué no lo salvas de la muerte?  ¡Jesús dejó morir a Lázaro! Y la primera comunidad de discípulos inmediatamente después de la Ascensión, dolorosamente se enfrentaron con la misma pregunta: Jesús es Dios, y él nos ama - ¿por qué entonces nos deja morir?

Cada uno de nosotros se hace la misma pregunta personal porque lo que  queremos es un Dios que nos rescate, que intervenga activamente por la justicia y la bondad en este mundo, que actúe de forma visible en esta vida, y que  no permita que nos enfermemos y muramos.  Nadie de nosotros queremos un Dios que nos pida que vivamos toda una vida de paciencia, predicando la promesa de que al final, en cualquier momento que esto sea, el amor y la justicia van a prevalecer, todas las lágrimas se secarán, y todo finalmente va a estar bien.  Queremos la vida, el amor, la justicia, y la consumación, ahora, no en un futuro distante y después de toda una vida de dolor.  Dios, como dice un antiguo axioma Judío, ¡no tiene prisa!

Y así vivimos con mucha impaciencia, expresa y tácita con Dios. Los ateos, al parecer, en un determinado momento se dan por vencidos en este juego y, en esencia, dicen las palabras: ¡He visto lo suficiente, he esperado lo suficiente,  y no es suficiente!  ¡Ya no voy a esperar a Dios! Más sin embargo, si el ateísmo es sólo otra manera de decir que yo ya no voy a esperar a Dios, entonces lo contrario también es cierto: La fe, es simplemente otra manera de decir: voy a esperar a Dios. Si el ateísmo es la impaciencia, la fe es la paciencia.

El escritor espiritual Italiano, Carlo Carreto, después de pasar mas de 20 años en soledad como un monje en el desierto del Sahara, se le preguntó qué cosa en particular oyó que Dios le dijera, dentro de ese largo, profundo silencio.  Le preguntaron ¿qué escuchó a Dios decirle al mundo?  Su respuesta: ¡Dios nos esta pidiendo que esperemos, que seamos pacientes!

¿Por qué la necesidad de esa gran paciencia? ¿Acaso Dios quiere probarnos? ¿Acaso quiere Dios ver si de hecho tenemos una fe que sea digna de recompensa?  No. Dios no tiene necesidad de jugar ese juego, ni tampoco nosotros.  No es que Dios quiera probar nuestra paciencia. La necesidad de paciencia surge por lo ritmos innatos dentro de la propia vida y dentro del amor mismo.  Tienen que desarrollarse, al igual que las flores y los embarazos, de acuerdo con sus ritmos innatos, y dentro de su propio tiempo.  Estos no se pueden apresurar, no importa cuán grande sea nuestra impaciencia, ó cuan grande sea nuestro malestar.

Y tampoco Dios puede ser apresurado, porque es su tiempo, el que nos protege, de un retraso en el crecimiento perpetuo de la vida y del amor, de pasar a través del canal de parto prematuramente
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la paciencia en como un sembrador que tiene que esperar que las semillas den su frutoEs tolerancia, no pagar con la misma moneda, es firmeza, capacidad de soportar, sin quejas.
Es el saber esperar hasta que se cumpla el plan de Dios para mi vida. El que es paciente, hace las tareas de todos los días, lo que olvidó y las más difíciles, sin quejas y como sirviendo al Señor.
La paciencia se va forjando, va madurando a través de las circunstancias que Dios permite y la próxima nos resultará un poco más fácil (2 Pedro 1:2-8).
La paciencia puede tardar algo en madurar, en algunos más en otros menos (Santiago 5:7-8).
Algunos dicen: “No pidas a Dios que te dé paciencia, porque seguro que te mandará una prueba”. Pero de una manera u otra Dios permitirá que pasemos por su escuela para ir formándonos a la imagen de Jesús.
Pidamos a Dios que se cumpla su Voluntad en nuestras vidas, todo depende de qué actitud, tomemos ante cada circunstancia.
Ante la impaciencia, las mentiras de Satanás y una mente negativa, nuestra edificación y fe en Dios será destruida.
Pero ejercitando la paciencia, creyendo la verdad de Dios y una mente positiva seremos edificados y el fruto irá madurando.
Recordemos que Dios es el ejemplo máximo de paciencia, así que esperará y dispondrá todo hasta que cambiemos de actitud.

 


¿En qué necesitamos paciencia?

  • Con los niños.
  • Ante el sufrimiento y problemas de la vida.
  • Con la gente.


Con los niños:

necesitamos tener paciencia con los niñosLa Biblia dice: “Instruye al niño en su camino y aún cuando fuere viejo, no se apartará de él” (Proverbios 22:6).
Dice: “instruye”, es darle lugar a que pueda entender y conocer qué es lo que se espera de él.
Dios no nos obliga a aceptar la salvación, es una decisión que nosotros debemos tomar.
Debemos instruirlo en los caminos de Dios y ayudarle a que tenga su encuentro personal con Cristo.
Pero aquí hablamos también de respetarlo como ser humano que es. Debemos aceptar que si al niño se le olvidó algo, no es porque es tonto sino porque justamente es niño y debe desarrollar muchas cosas todavía.
A nosotros los grandes se nos olvidan muchas cosas y eso que somos mayores.

Efesios 6:4 dice: “no provoquéis a ira...”. Si nos fijamos en lo que Dios hace con nosotros, lo primero es amarnos, no castigarnos. Así como Dios es justo y misericordioso, también nosotros como padres debemos amarlos incondicionalmente y ejercer la autoridad en amor, para
orientarlos o corregirlos si están tomando un rumbo equivocado.

¿Se impacienta cuando le arrugan la falda?
¿Cuándo vuelcan la leche?
¿Cuándo dejan sus marcas en la pared?
¿Cuándo mojan la cama de noche?
¿Cuándo no trajo las notas que Ud. hubiera querido?
¿Cuándo dejan sus juguetes en la escalera?
Debemos instruir a nuestros niños acerca de sus responsabilidades y obligaciones antes de disciplinarlos.
Enseñar si se trata de irresponsabilidad. Disciplinar si es rebeldía. La disciplina debe ir acompañada de amor, aceptación y perdón.

 

Ante el sufrimiento y problemas de la vida:

a veces pasamos sufrimientos y problemas en la vida(Santiago 1:2-4; Romanos 5:3-5).
La paciencia a veces se forja a través de las injusticias de la vida o en esos tiempos difíciles donde de una manera u otra todos llegamos.
A veces Dios dispone que debamos pasar un tiempo en cama, ya sea por una operación o torcedura de tobillo. etc.

¿Cómo pasamos ese tiempo?
¿Buscamos tener más comunión con Dios?
¿Cómo recompensó Dios la paciencia de Job?
¿Por qué las personas impacientes son más propensas a los accidentes?
¿Nos impacientamos en la fila del supermercado?
Pidámosle a Dios que nos enseñe a aquietarnos para tener paciencia en la vida. Muchas veces queremos ver las respuestas ¡ya!.
Pero Dios tiene sus tiempos y planes y nosotros debemos creer que es lo mejor para nosotros (Romanos 8:28).
Tenemos una carrera por delante y no la ganaremos corriendo más rápido o siendo más fuertes que otros, sino perseverando con paciencia y tomándonos de la mano de Dios paso a paso.

Con la gente:

Si Dios nos ama y espera con paciencia el fruto de nuestra vida ¿no deberíamos hacer lo mismo con los demás?
¿Cómo reaccionamos con los que siempre tienen un bajón o están tristes?
¿Acaso nos impacientamos porque no reaccionan como nosotros quisiéramos?
A los que son más fuertes, les cuesta entender a los más débiles.
Pero recordemos que Dios nos perfecciona en la debilidad.
Algunas veces necesitamos paciencia para ver el otro lado de alguna situación. De cada circunstancia que nos toque vivir, debemos entender cuál es el propósito de Dios para nosotros.
¿Qué actitud quiere Dios que tenga?


¿Cómo obtener paciencia?

  • Poner nuestros ojos en Jesús (Hebreos 12:2).
  • Pidamos ser llenos de Espíritu Santo.
  • Pedirle a Dios que se cumpla su voluntad en nuestras vidas.
  • Correr la carrera con un corazón tranquilo y confiado en el Señor.
  • Creer que Él tiene el control de todas las cosas.
  • Acepta esos momentos difíciles como un instrumento que Dios usa para formarnos a la la imagen de Jesús.
  • Ante las sorpresas de la vida tener una actitud paciente y positiva.
  • Proclamar “todo lo puedo en Cristo que fortalece” (Filipenses 4:13).


Ejemplos:

Nuestro máximo ejemplo es nuestro Señor Jesús:José interpreta el sueño a faraón
(1 Pedro 2:21-23 ; Hebreos 12:3).

Sara: Abraham recibió la orden de Dios de ir hacia otras tierras. ¿Pero qué pasó con Sara?
Sara le creyó a Abraham. Debía dejar muchas de sus pertenencias, no sabía a donde se dirigían. Antes de partir su nombre era Sarai que significa contenciosa. Pero en el desierto, Dios cambió su nombre por el de Sara que significa princesa. Siguió los caminos que Dios y su
esposo estaban transitando, con paciencia (Hebreos 10:36).

José: en medio de su dolor se encomendó a Dios. Venció la hostilidad y la desesperación.
José se sometió con paciencia bajo la inmensa mano de Dios y cambió para bien todas las cosas.
A través de las pruebas, Dios lo preparó para dirigir a Egipto durante 80 años.

job y sus amigosJob: Aguardó con paciencia el tiempo de la prueba, y Dios lo recompensó abundantemente.
(Job 42:10-17; 3:15; 19:25; 2 Pedro 1:2-8).


“Por lo cual, hermanos, tanto más procurad
hacer firmes vuestra vocación y elección:
porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
Porque de esta manera os será otorgada amplia
y generosa entrada en el reino eterno
de nuestro Señor Jesucristo”

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  La pciancia en la biblia
La Biblia nos presenta a un Dios paciente con el pueblo de Israel que muchas veces se olvida de Él y le es infiel. Es paciente también con los otros pueblos paganos y es paciente porque les quiere y quiere salvar a todos.

El discípulo de Jesús también tiene que aprender a soportar con paciencia y esperanza, las pruebas que constantemente nos salen al encuentro en la vida diaria. Mantenernos en Dios pase lo que pase, este será el mayor gesto de paciencia.

Dios es paciente: Ex 34, 6-7 Núm 14,18
Dios es siempre paciente con el ser humano: Eclo 18,8-14
Dios siempre está dispuesto a levantar el castigo: Jol 2,13 Jon 4,2
Pero la paciencia de Dios no es debilidad, es siempre un llamamiento a la conversión:
Is 55,6

Jesús con su comportamiento hacia los pecadores y con sus enseñanzas nos demuestra cómo es la paciencia divina:

* Jesús reprende a los discípulos que no tienen paciencia y son vengativos: Lc 9,51-55
* Nos invita a la paciencia con los pecadores: Lc 13, 6-9
* Nos habla de la paciencia que Dios tiene incluso con el que se aleja: Lc 15 (Parábola del Padre bueno- Hijo Pródigo).
* Nos invita también a nosotros a ser pacientes con los demás: Mt 18,23-35

Jesús en su pasión nos dio un testimonio fundamental de la paciencia en Dios y cómo debe ser nuestra vida ante la prueba.
Alguno se preguntará ante los problemas de la vida y las difíciles circunstancias en las que muchas veces vivimos, la Palabra nos dice: "No es que el Señor se retrase en cumplir su promesa, como algunos suponen. Lo que hace es tener paciencia con ustedes, pues no quiere que nadie muera, sino que todos se conviertan a Dios." (2Ped 3, 9).
Los creyentes debemos de esforzarnos por entrar en el reposo de Dios: Heb 3,7-4,11

Los seres humanos debemos aprender de la paciencia de Dios Padre y de Jesús. En la vida diaria la paciencia con los demás, incluso consigo mismo, será una señal de que estamos siguiendo al Señor.

El seguidor de Jesús se tiene que dejar podar pacientemente: Jn 15,1- 4
Hay una llamada constante a la paciencia y aprender los misterios de Dios en ella: Dan 12,10

Los cristianos sabemos que "Cristo debía sufrir para entrar en su gloria": Lc 24,26
Debemos pues con constancia soportar las pruebas y las persecuciones: Sant 5, 7-11

La paciencia es fruto del Espíritu Santo: Gál 5,22-26
Dios no nos abandona ante las pruebas de la vida: 1Cor 10,13
Nos alegramos en el sufrimiento y en las situaciones difíciles: Rom 5, 3-7
Tenemos que estar felices en las pruebas que nos aparecen en la vida: Sant 1,2-4
Si nos mantenemos con paciencia en Dios nos salvaremos: Mt 10,22
Quien es paciente tiene la promesa de ser feliz: Mt 5, 11-12
Se nos promete la vida después de la prueba: 1,12-18
Por encima del odio de los demás triunfará la paciencia y la confianza en Dios: Mc 13,13

Con relación a los demás tenemos que tener paciencia. Tenemos que tener paciencia también con nosotros mismos: Prov 16,32 Prov 25,15
Hay que tener cuidado con la paciencia para los demás: Ecl 7,8-9
Debemos ser pacientes con los demás: Ef 4,2 Col 3, 12-15 1Tes 5,14
Todos debemos aprender de Jesús: Mt 11,29
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   Crecer en la paciencia de Dios
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